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AMÉLIE, EN KENTUCKY

AMÉLIE, EN KENTUCKY

Elizabethtown es una comedia romántica al uso. Es efectiva para los amantes del género, que son muchos, pero lo es paradojicamente por la sutil sucesión de plagios y tópicos que acumula. Es verdad que no es éste un género en el que sea fácil sorprender, pero digamos que no se han querido complicar mucho la vida los autores de esta película. Han cogido de aquí y de allá, y han hecho una de ésas películas que uno tiene la sensación de haber visto ya. Probablemente, el plagio más evidente proviene de Amélie. 

Amélie marcó un antes y un después. Su estética colorista, su ingenuidad, y esa manera de presentar a los personajes tan característica de Jean –Pierre Jeunet fueron plagiados a diestro y siniestro por “creativos” publicitarios de todos los campos. Elizabethtown ha copiado la ingenuidad, esa ingenuidad que algunos tildaron de panfletaria y que ahora se repite con menos fortuna. Amélie se ha reencarnado en Claire (Kirsten Dunst), una chica sin pasado que afirma querer “ayudar a los demás”. ¿Os suena? Su gorra roja, sus primeros planos con ojos brillantes, un cuaderno de viaje lleno de fotos y anotaciones… todo suena. Sólo que no es París. Es Kentucky. No es lo mismo.

Por lo demás, Orlando Bloom da vida a Drew Baylor, el objeto del deseo de nuestra pequeña Amélie. Es  un joven que planea suicidarse después ser víctima de una sucesión de tragedias, pero que se ve obligado a posponer sus propósitos y volver a su pueblo natal para  organizar el funeral de su padre. Allí se reencontrará consigo mismo y con una familia casi olvidada. No interesa. Las escenas se alargan y se alargan sin contar nada interesante, y dejando completamente olvidado el hecho de que Drew va a suicidarse en cuanto resuelva el funeral. Pobre Drew, nadie se molesta en explicarnos cómo evoluciona su depresión.

Los actores están bien, pero nada más. Esto ya es mucho para Orlando Bloom, que en El Reino del Cielo no pudo quedar más en evidencia. Pero, ¿y Susan Sarandon? ¿Y Kirsten Dunst? Sólo bien. Tampoco daba para más. ¿Qué le vamos a hacer?

Hay que reconocer, de todas formas, que los últimos diez minutos de la película están bien: son muy evocadores. El viaje de vuelta a casa del protagonista, que atraviesa cuatro estados en coche acompañado de un amplio repertorio musical y una guía de viaje llena de mensajes vitalistas, hace reflexionar a todo el que esté un poco bajo de moral.

2 comentarios

Joserra -

Pues sí, la verdad es que lo de Amelie marcó huella, aunque como ya he dicho alguna vez, El milagro de P.Tinto también tenía una estética un tanto ameliesca y fue previa.
Y no sé, sí, la verdad es que a mi cuando vi el trailer de Elizabethtown me dieron muchas ganas de verla. Amorcito a raudales... de ficción

ace76 -

Pues yo quiero verla... pero es que tengo tantas películas pendientes...

Algún día habrá que hacer un listado con todos los plagios de Amelie.