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el metro

el metro El viernes me dejé la moto en la Gran Vía, a desmano para ir hoy a trabajar. Y como además ayer Paco me metió el miedo en el cuerpo por aquella tontería de no tener seguro... que si atropellas a un niño- a la cárcel, que si le rayas el coche a alguien- 700 talegos...
Va a ser que tiene razón.
Me he ido en metro.
Un asco.
Odio el metro.
Me he tragado el suspiro de un halitoso, porque no tenía espacio para esquivarlo. Por no poder, ni siquiera he podido sacar el libro del bolso. Total, tampoco hubiera tenido espacio para estirar el brazo y leer. Qué de gente, madre mía, qué de gente.

Esa tensión tácita en torno a cada asiento libre, que se duplica en el "mundo maruja". Esas adolescentes que piensan que su conversación interesa a alguien más aparte de a sí mismas y por eso vocean sus escarceos patéticos de fin de semana para que el respetable no se pierda detalle. Los virus, las bacterias, que no se ven pero se intuyen, sobrevolando todos los vagones en busca de víctimas. Los ejecutivos con calcetines blancos. Y, OH NO POR FAVOR, los cantamañanas (en el sentido literal de la palabra) que graznan canciones populares de Dios sabe qué país a ritmo de guitarra y/o acordeón. Los odio...... Tiran por tierra todos mis esfuerzos y ejercicios de evasión de aquel lugar, ese gusano relleno de gente triste, que se arrastra bajo tierra, siempre de un sitio al otro, y del otro al uno, sin parar.

Odio el metro.

5 comentarios

sick -

Son peores los viejos que se distraen clasificando a las féminas del vagón, los que echan miradas guarras y creen que están ligando... Los he visto y padecido.

esti -

estoy negativa?
Puede ser.
es que el concepto blog es para mí un poco terapéutico-vertedero.

ace76 -

Bueno, yo no le tengo demasiada manía al metro. De hecho, cuando vine a vivir a Madrid, me gustaba. De todas formas, lo que más pereza me da del metro son las largas distancias... o más bien, el hecho de que en Madrid todo esté lejos. Pero si puedo, y aunque tarde más, prefiero ir caminando.

Joserra -

Sí, a mí también el metro de Madrid me pone bastante enfermo en muchas ocasiones. Puestos a enumerar cosas que odio del metro:
-auriculares a volúmenes no soportables por el tímpano humano.
-conversaciones a volumen increíble (lo que tu comentabas)
-esta gente que hace pompas de chicle dentro de la boca y luego lo masca en cinemascope para que se le vean bien los empastes. No es que mire, es que abren la boca que cualquier día se vuelven del revés.
Y lo que yo llamo el efecto: ya estoy dentro. Es esa gente que entra en el metro y una vez dentro se paran en la puerta del vagón y no dejan pasar al resto, como ellos ya están dentro...
Brrrrrrrr

Inakov -

Últimamente estás un poco negativa, Esti. Yo lo que realmente odiaba del metro - afortunadamente me he librado de él - era ese hipohuracanado viento que soplaba nada más abrir la puerta y que nadie me ha sabido explicar muy bien de donde venía. Por las mañanas, recién desayunado, era como abrir las mismísimas Puertas del Infierno.